Historias de Homobono Latosca (final...). Desde el final, llegaremos al principio...
A Homobono Latosca, un ex-interno del frenopático de Perillas del Olmo se le aparecía el fantasma de Edelmiro, otro ex- paciente del mismo establecimiento. Ex porque ya murió, justo en la época en la que “Homo” -diminutivo con el era conocido (o llamado...) el ínclito-era una especie de “capo” al cual le encargaban tareas varias que, por lo general, no les venía de gusto (y se entiende, como veremos...) al personal de la plantilla. Un día recibió el encargo de amortajar a Edelmiro Elmoco, y como que este era muy “largo”, medía rozando los 2 metros, y dado que no cabía en el ataúd, no se le ocurrió otra cosa que partirlo por la mitad e introducir las dos partes en la caja preparada al efecto. Un “auténtico demediado”. Evidentemente, esto le supuso la expulsión del manicomio. Ya no lo querían ni como paciente... Lo facturaron de vuelta a casa, a su pueblo natal, Sangonera de la Vega. Aquella misma noche, sobre las 2 de la madrugada, Homobono se despertó sobresaltado por unas voces que lo reclamaban:
─ Homobono Latosca, hijo de la gran puta! soy Edelmiro Elmoco.
─ Me cago en el copón bendito. Que hostias pasa por aquí! ─ Por tu culpa no puedo caminar…
─ Ni falta que te hace, ni mear tampoco podrás…! -le espetó con una risotada- .
─ Tienes unos cojones como bolas de “barandau” . Te aseguro que te acordarás de mí. No te dejaré ni a sol ni a sombra, mastuerzo!
Pasaron los días, y las noches... Un día, estando en una cena popular en el pueblo, a Homobono le hicieron una broma que no fue de su agrado: le preguntaron por el demediado del frenopático: calló por unos segundos, cogió una “zarpada” de “rescoldo” y, abriéndole el cuello de la camisa, se la introdujo a lo largo de la espalda. Después, se fue a dormir, no sin antes libar sin control... Intentó hacerse una paja, pensando en Silvia, una veterana bailarina del “Plata”, el café cantante de la capital. No tuvo éxito...Aquella noche, precisamente, Elmoco volvió a la carga:
─ Homobono, tu crees en la combustión espontánea?
─ Yo no creo en nada!!! - contestó Homobono, con etílico lenguaje ...En aquel momento, Latosca comenzó a arder. Se enrolló en la sábana y consiguió apagar las llamas que ya comenzaban a lamer su cuerpo.
─ La puta de oros! Comienzo a estar intranquilo... Será cabrón el muerto este! No te puedes fiar de ninguno que le daba “Frenadol” al gato -medio sobre- para curarle el resfriado…!!!
Llegaron las fiestas mayores de la localidad. Después de comer, Latosca se fue al bar y pidió un café “Tupinamba” (Since 1897)… Más tarde, tras beber y volver a beber, marchó al baile donde tocaba la orquesta “Bruno”, que sólo era uno, pero hacía “bulla” como veintiuno...De camino, una voz que no le era desconocida, aunque le costaba apreciarla con nitidez, le conminó a apartarse del camino:
─ Hola, Homobono. Tu quien eres...? La visión era aterradora: Edelmiro, o su demediado cuerpo, ya avanzada la descomposición, sostenía bajo el brazo el otro medio, chorreando sangre, pus y purulentos líquidos varios... Realmente, era la primera vez que “Homo” sintió miedo de verdad. Mucho miedo. En un momento, se le pasó la borrachera.
─ Yo no se quien soy...!!! ...No sé quien soy!!!
─ Esta noche a las 2 de la madrugada morirás, le anunció Edelmiro. Latosca se fue para casa y Estaba realmente “espantau”. Y con razón... Comenzó a repasar su vida y a reflexionar:
─ A mi lo que me interesa es el placer; la felicidad es la asequible nada, una trampa. El placer no. Es polimorfo y perverso, transgresor, variado. Un feliz es un cretino, eso sí, satisfecho (y con cara de ello...) y con las ideas claras. Un placentero es un explorador y exprimidor del tiempo y que “brinca por el balcón...”), un cabreado y un resistente.
Estaba loco Homobono Latosca???A las dos de la madrugada miró su reloj, cogió un taladro y se trepanó la sien... Los plomos se fundieron... Su último pensamiento fue para Silvia, la vedette... Las paredes de la habitación se cubrieron de masa encefálica sanguinolenta. A lo lejos, no se sabe de cierto desde donde, el fantasma de Edelmiro Elmoco se descojonaba de risa...
ã José Luís B. A.
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