Blogia
jlbaoutsider

L’APLEC DEL CARGOL: UNA MIRADA ANTROPOLÓGICA

L’APLEC DEL CARGOL: UNA MIRADA  ANTROPOLÓGICA

Lo que sigue a continuación es una aproximación, desde la antropología, a uno de los acontecimientos socioculturales más importantes de la ciudad de Lleida desde los últimos, casi,  30 años.

Sobre la (in)pertinencia de esta elección, y justificándola de alguna manera, pienso que la antropología no sólo debe acercarse a los “segmentos conflictivos” de la sociedad, sino que tiene que tener in mente su viejo objeto de estudio: todos los aspectos de la vida diaria de las personas en sociedad. Evidentemente no se trata,  ahora,  de  las llamadas “sociedades primitivas”, sino de sociedades urbanas, entendidas éstas una vez superadas las dicotomías entre lo rural y lo urbano.

A los/as no versados/as en el tema les pido disculpas si no  sé trasmitir el mensaje adecuadamente, y a los que sí lo están que no esperen demasiadas concesiones al academicismo, ni a capillitas (a menudo, tan cómodo/as como estéril/es). Basta ya de interesarse más por las teorías sobre la gente, que de la gente misma.

El presente artículo arranca  -y comparte (parte)-  de un trabajo de curso1 sobre el evento, en el que la unidad de análisis lo constituye una de las collas participantes en el mismo, por lo que el estudio será, necesariamente, parcial aunque eso sí, sólo en relación con el conjunto. El enfoque teórico y metodológico entiende, desde una perspectiva relacional, que no debe aislarse el objeto de estudio del contexto social, económico y político con que el que interactua: así, sin obviar otras posibles problemáticas, incidiremos en las constantes redefiniciones identitarias y de adaptabilidad social

 

Los comienzos de la fiesta “coinciden” con la transición democrática. La victoria de CiU en Catalunya supone una nueva toma de posicionamiento identitario: Lleida puede perder su particular idiosincrasia -la leridanidad/lleidanidad-  frente a los aires homogeneizadores, o catalanizadores…,  que parece que soplan con fuerza (demasiada, quizás) desde Barcelona. Como se sabe, los procesos identitarios, sean de cualquier índole, suelen activarse y potenciarse en directa relación al grado de amenaza, real o imaginaria, que perciben.  En el “Parlamento” de  Lérida, en el desaparecido  -y añorado- Bar Frigo, unos lleidatans de soca i arrel sopesan la posiblidad de organizar  -y se organizó, con notable éxito- una jornada lúdico-gastronómica  centrada en torno a uno de los símbolos de la lleidanidat?, el caragol.  Desde el otro frente no faltaron criticas2 al aplec “del caracol”; desde que “no tenía nada que ver con Lleida”, “ni con Catalunya”(menos…), hasta que “eran comportamientos foráneos” (es decir, “españoles…”). Con el tiempo, aquel primer encuentro “gastronómico” de unos pocos amigos se convierte en todo un éxito con carácteres de  fenómeno sociológico3 que identifica a la ciudad de Lleida, desde sí misma, desde Catalunya y desde España. La lleidanidad se convierte en lleidatanisme y el caracol en cargol, y aquellos críticos de antaño hoy participan como miembros activos de algunas de las collas, algunas también denominadas peñas o penyas.

Los integrantes de la  colla analizada pertenecen, en su mayor parte, a un sector concreto de la sociedad de Lleida:  la pagesia de l’horta circundante. Aún a sabiendas de la obsolescencia en los análisis de las sociedades de las oposiciones rural-urbano, pero como quiera que parecen  pretenden  hacer  -de alguna forma y grado-  una trasposición, siquiera a nivel inconsciente, de las relaciones cotidianas  en las que desarrollan sus actividades, la identificación del grupo es más con las pautas de comportamiento propias, o atribuidas, al mundo rural  -otro de los rasgos diferenciadores de la identidad lleidatana-   y no tanto  “urbanita”,  pese a que la fiesta se desarrolla en el espacio urbano de una ciudad, y de que las interrelaciones de sus miembros  con ésta son intensas, hasta el punto de que algunos/as trabajan en profesiones  ajenas a la producción agraria. Es patente, también, el interés del grupo en querer afirmar algunos rasgos diferenciales, como la gastronomía, el beber con moderación,  la forma de entender la fiesta…, en definitiva, el seny català, frente a otras comunidades autónomas que celebran festejos similares. Hay ahí, a mi modo de ver, un deseo de identificarse igualmente con Catalunya.

 

El deseo de extrapolación del análisis al resto de collas, peñas y penyas es grande, pero no es posible sin el necesario estudio histórico-comparativo de todos los grupos (o de un número representativo).  Mientras, no obstante, y especulando a nivel intuitivo pero siempre desde lo que ya tenemos, es factible pensar, razonablemente, que todas las collas compartan el primer nivel   -así como un grado análogo-  de identificación con Lleida, incluso pasando por encima de la identidad grupal. Sin embargo, por lo que respecta a Catalunya, si bien puede existir identificación, variará el nivel y la intensidad en función de los  distintos intereses representados en todos y cada uno de los grupos, de tal  modo que, p. ej., en una colla, o peña,  en el que sus miembros pertenezcan al mismo tiempo a un partido político, barrio, gremio, casa regional, etc., es posible que éstas identidades se antepongan a  aquélla.

 

Pero, naturalmente, no debemos entender solamente l’Aplec  como una serie de microsociedades  poliidentitarias, sino también como un  gran acontecimiento lúdico en el que  -aún teniendo en cuenta el grado de performance4, que a buen seguro existe-  se manifiestan valores como la solidaridad y la tolerancia, así como un alto nivel de cordialidad,  signos de una sociabilidad elevada.

 

L’APLEC DEL CARGOL: REDEFINICIONES IDENTITARIAS

 

Es sabido que los procesos identitarios, sean de cualquier índole, suelen activarse y potenciarse en directa relación al grado de amenaza, real o imaginaria, que perciben: Lleida corría el riesgo de perder su particular idiosincrasia -la leridanidad/lleidanidad-  frente al homogeneizador vendaval que parece que soplaba desde Barcelona. Unos lleidatans de pedra picada valoran la viabilidad de organizar  una jornada lúdico-gastronómica  centrada en torno a uno de los símbolos de la lleidanidat?, el caragol.  Desde el otro frente no faltaron criticas al aplec “del caracol”; desde que “no tenía nada que ver con Lleida”, “ni con Catalunya”(menos…), hasta que “eran comportamientos foráneos” (es decir, “españoles…”). Con el tiempo, aquel primer encuentro “gastronómico” de unos pocos amigos se convierte en todo un éxito con caracteres de  fenómeno sociológico que identifica a la ciudad de Lleida, desde sí misma, desde Catalunya y desde España.

Repasaremos hoy la hemeroteca de aquellos años  fundacionales, y posteriores, para comprobar primero los postulados de unos, y segundo,  hasta que punto la fiesta no fue muy bien recibida, que digamos, por ciertos sectores del nacionalismo catalán.

 

En una entrevista que Manuel Molina le hace al desaparecido Manuel Calpe,5  este señala;  “La  Orden del Cargolnació para darle a Lleida la idea de mantener costumbres antiguas dentro del marco que la vida de hoy impone. Un maridaje entre lo antiguo y lo moderno, bajo el prisma del humor y del bien hacer ”. Y el entrevistador apostilla; “Pero con su miajita de mala intención” , a lo que Calpe responde; “No, hombre no”. Más adelante, Molina le pregunta por las iniciativas que se pretenden desarrollar, a lo que el entrevistado responde; “Por lo pronto darnos a conocer y decir que está abierta a todos los leridanos de nacimiento o adopción, naturalmente capital y provincia, que eso ni se discute. Luego potenciar la cocina leridana […]También potenciar todo aquello que redunda en una Lleida mejor y más agradable en todos sus aspectos”. A todo esto,  el periodista le espeta; “Oye, Calpe, que esto parece más bien un grupo de presión”, a lo que el alma mater de lo que con el tiempo devendría en la fiesta de Lleida por excelencia, l’ Aplec del Caragol, responde; “Que va…, lo que queremos es potenciar todo lo leridano”.

 

El  presidente del, por aquel entonces,  Grup de Recerca de Cultura Popular de Ponent, se congratulaba del nuevo rumbo que parecían tomar las fiestas; “Sembla que per fi, aquest any, tindrem en les Festes de Maig, alguns dels elements comuns a totes les Festes Majors d’arreu de Catalunya[…]per fi s’està al camí de cercar la nostra pròpia personalidad festiva dels lleidatans i defugir cada cop més de models foranis.[…] Massa temps hem passat ja mirant models de cultura no catalanes com una mena de manía de   rebuig no solament a lo barceloní, sinó també a lo bergadà, a lo penedenc, etc. […] Hem de felicitar, per començar, la disminució de la preséncia de majorettes, de xarangues, de la retreta paramilitar i demés actes, que fins ara desvirtuaven les bones intencions de fer una Festa  pels lleidatans”.   E instaba de alguna manera a que; “hi hagi una colla veritable de geganters a Lleida, promocionar que es crein més grups de grallers i diables a la ciutat, així com bastoners; animar potser a la creació d’una colla castellera;[…]donar la mesura exacta a l’ Aplec del Caragol, que no és l’unic acte de la Festa, com alguns creuen”.6

A todo esto, el obispo de la diócesis publicaba una pastoral titulada3 ¿Por qué no celebrar el mes de María..?7

 

Si bien cabe hablar de invención de la Fiesta, también hay que decir que es creada  a partir de elementos culturales preexistentes en la cultura local. De un lado, la tradición de celebrar caracoladas en la huerta, y aplecs como, p.ej., los de Butsenit y Grenyana.   Por otra parte, las peñas como señalan C. Feixa y A. Viana,8 “existien durant la II República”, siendo así, “una forma d’organització no del tot nova a les terres de Ponent”. No se entiende, pues, las acusaciones de  fiesta basada en “models de cultura no catalanes”. O, ¿es que acaso las tradiciones de Lleida no tienen el suficiente marchamo de catalanidad…? No expresaba una idea bien catalana Manolo Calpe cuando hablaba de  “maridaje entre lo antiguo y lo moderno”? La mezcla de tradición y modernidad. Justo una de las querencias preferidas del discurso del Jordi Pujol, Ex - President de la Generalitat de Catalunya.

La costumbre de regalar un libro por S. Jordi, fue instituida en 1923 por la Cámara Oficial del Libro de Barcelona para conmemorar, “coincidiendo” con la festividad del Patrón de Catalunya, el aniversario de la muerte de D. Miguel de Cervantes y nadie ha protestado, ni entonces ni ahora…

 

Toda esta discusión debe situarse en el contexto reseñado al inicio, ligado   -y en relación-   a la apropiación-explotación o, dicho de otra forma, la instrumentalización ideológica, de la “cultura popular” por parte del poder político.

 

 

 

Notas

1) En el marco de la asignatura de Antropología Urbana de la UdL, cuyo titular es el profesor C. Feixa, el trabajo se realizó en 1998, conjuntamente entre Núria  Borrell, Mercè Sieso, Rosa Tarroja, Carme Vall, Carme Zaragoza y el autor del presente artículo, José Luis Burón.

 

2) Sólo hace falta ojear la hemeroteca en aquellos años de finales de los 70 y principios de los 80, para cerciorarse de que la fiesta no fue muy bien recibida, que digamos, por ciertos sectores del nacionalismo catalán.

 

3) Y económico. Efectivamente, los datos de la edición de 1998, con 12 000 peñistas y 150 000 vistantes, de Catalunya y del resto del Estado, indican una relevancia económica de una importancia nada desdeñable. (Y que debe ser incorporado al análisis). En la pasada edición de 2008, 15 000 participantes y     más de 200 000 visitantes

 

4) Otra perspectiva interesante, que no tiene porque estar reñida, ni ser incompatible, con la que aquí se ha seguido, consistiría en escudriñar en el grado de interpretación, de teatralización, y de las interrelaciones insospechadas y, por ello, improvisadas, y que suelen ser efímeras,  que pueden establecerse (y que de hecho se establecen) entre todos los actores   -a nivel colectivo, pero también a nivel individual (más, si cabe…)-  participantes en el gran espectáculo que tiene lugar en todo el escenario público urbano donde se desarrolla l’Aplec del Cargol.

 

5) La Mañana, 10 de mayo de 1980 (p. 9). La “Orden del Cargol” organizó el Aplec…

6) Xavier Massot i Martí, Segre, 5 de mayo de 1985 (Cultura, Quadern nº 84).

7) Ramón Malla, Segre, 6 de mayo de 1984.

8) Segre, 19 de mayo de 2000.

 Nota final :el dibujo es original de Arturo Molero, ganador del I "Concurs Internacional d’Humor Gràfic Caragoler"

 

 

ÓJosé Luis Burón Alegre. Antropólogo y Master en Conflictología (UOC)

 

 

 

0 comentarios